martes, enero 25, 2011
FRACTURA DEL FÉMUR DERECHO
La fractura de fémur es una lesión sumamente dolorosa y que impide a la persona poder moverse normalmente, ya que el dolor es sumamente intenso.
El fémur es el hueso de la articulación de la cadera, por lo que su rotura afecta a todo el movimiento de esta zona del cuerpo.
La intervención quirúrgica debe realizarse lo antes posible para aliviar la dolencia, donde dependiendo del tipo de cirugía será la recuperación y el período de rehabilitación.
Generalmente la fractura de fémur se produce en personas de edad avanzada, producto de caídas por la pérdida de estabilidad o por no poder soportar su propio peso, pero puede suceder a cualquier edad más allá que no sean los casos más comunes
FRACTURAS DEL EXTREMO PROXIMAL DEL FEMUR
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Son aquellas que ocurren entre la epífisis proximal del fémur y un plano ubicado por debajo del trocánter menor. De acuerdo con el nivel de la fractura, se clasifican en:
1. Fracturas de la cabeza o epífisis superior del fémur: son aquéllas ubicadas entre la superficie articular y el plano coincidente con el reborde del cartílago de crecimiento. Son de ocurrencia excepcional.
2. Fracturas del cuello del fémur: aquéllas ubicadas entre un plano inmediatamente por debajo del límite del cartílago de crecimiento y el plano en que el cuello se confunde con la cara interna del macizo trocantereano.
3. Fracturas pertrocantereanas: son aquéllas que cruzan oblícuamente el macizo troncantereano, desde el trocánter mayor al menor.
4. Fracturas subtrocantéreas: ubicadas en un plano inmediatamente inferior al trocánter menor.
FRACTURAS DEL CUELLO DEL FEMUR
Varias son las circunstancias que obligan a que esta fractura deba ser conocida en todos sus aspectos, por todo médico que tenga la responsabilidad de la salud de una comunidad:
a. Probablemente sea una de las fracturas más frecuentes; en un servicio de la especialidad del área metropolitana fácilmente hay 6 a 8 fracturados de cadera en evolución.
b. Ocurren en cualquier comunidad social, especialmente donde haya personas de más de 60 años.
c. El reconocimiento precoz y la adopción inmediata de medidas terapéuticas básicas, son trascendentes en el futuro del paciente.
Con elevada frecuencia, del proceder del médico en estos primeros días después del accidente, depende el futuro y aun la vida del enfermo.
Clasificación
Han sido varios los puntos de vista que han determinado tantas clasificaciones.
1. Clasificación anatómica: está determinada por el nivel de la línea de fractura. Así se las clasifica en:
a. Fractura sub-capital: aquella producida en un plano inmediatamente inferior al del borde del cartílago de crecimiento; generalmente tiene una orientación algo oblícua, de modo que compromete un pequeño segmento del cuello del fémur. Son las más frecuentes.
b. Fractura transcervical (o medio cervical): el rasgo compromete la parte media del cuerpo del cuello femoral.
c. Fractura basi-cervical: el rasgo de fractura coincide con el plano de fusión de la base del cuello en la cara interna del macizo trocantereano (Figuras 23 y 24).
Sintomatología
Los hechos clínicos que rodean a esta lesión son muy característicos, casi patognomónicos.
Los hechos que configuran el cuadro clínico son siempre los mismos:
1. Paciente de edad avanzada: 50 años o más.
2. Con mucho mayor frecuencia del sexo femenino.
3. En general, traumatismo de escasa magnitud, en franca desproporción con la gravedad del daño óseo.
Es frecuente que no se compruebe un traumatismo directo sobre la cadera (caída); corresponde a casos en que el paciente se desploma porque se fracturó mientras caminaba o cuando sostenía todo el peso del cuerpo en un solo pie. En estos casos debe seguir la sospecha de una fractura en hueso patológico.
4. Dolor de intensidad variable, dependiendo del grado de la lesión ósea, magnitud del desplazamiento, etc. Se manifiesta en la zona del pliegue inguinocrural, irradiado a la cara interna del muslo y aún hasta la rodilla.
La poca intensidad del dolor, su irradiación al muslo, unido a la escasa magnitud del traumatismo, son causas frecuentes de error diagnóstico, quedando la fractura inadvertida.
5. Impotencia funcional, en la mayoría de los casos es absoluta; pero en fracturas sub-capitales, no desplazadas y encajadas, es posible la estadía de pie y aun la deambulación, aunque con ayuda de terceras personas o de bastón.
6. Miembro inferior más corto, por el ascenso del segmento femoral, determinado por la contractura muscular de los pelvi-troncantéreos.
7. Rotación externa, por acción del músculo psoas-ilíaco.
Las dos deformaciones señaladas pueden ser de mínima cuantía, difíciles de detectar en fracturas sub-capitales o medio-cervicales, reducidas y encajadas; también ello se suele constituir en causal de errores de diagnóstico.
8. Ligera abducción del muslo.
9. Imposibilidad para elevar el talón de la cama. Es un signo siempre presente, y de gran valor diagnóstico frente a un cuadro clínico en que los otros signos sean poco relevantes.
Merece destacarse el hecho que, a pesar de ser ésta una fractura en un segmento óseo importante, no hay:
Aumento de volumen del muslo.
Ni equímosis en las partes blandas vecinas.
Ello se explica porque la fractura del cuello del fémur casi en todos los casos es intra-articular, generando una hemorragia en la cavidad articular que aísla el hematoma del medio circundante.
Ello permite diferenciarla de inmediato de la fractura pertrocantérea, extra-articular, que presenta gran equímosis en las partes declives de la raíz del muslo, y aumento de volumen por la acción inflamatoria de la hemoglobina libre en las partes blandas.
Diagnóstico
Se basa en los hechos clínicos de la anamnesis y del examen físico:
l. Enferma(o) de edad avanzada.
m. Traumatismo generalmente de poca magnitud y desproporcionado a las consecuencias clínicas.
n. Miembro inferior:
1. Más corto.
2. Rotado al externo.
3. Abducido.
4. Impotencia funcional.
5. No levanta el talón del plano de la cama.
6. Dolor en base del muslo irradiado a la cara interna.
La existencia de este cuadro sintomatológico con todos o tan sólo algunos de estos síntomas y signos, debe bastar para plantear de inmediato la posibilidad de una fractura del cuello del fémur.
El diagnóstico debe ser mantenido, hasta que un muy buen estudio radiográfico demuestre lo contrario
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